Ser un país unificado: ¿qué es eso hoy?
Fernando Reyes Matta Exembajador en Nueva Zelanda y China, profesor UNAB
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La muerte del excanciller alemán Helmut Kohl trajo la palabra “reunificación” al centro de las crónicas, destacando lo que para muchos es su principal aporte histórico: unir las dos partes de una Alemania divida tras los arreglos de la Segunda Guerra Mundial. Pero, paradojas de siempre, ello ocurre en medio de diversos hechos donde el concepto de unidad nacional se distorsiona ante el espejo del siglo XXI.
En España el referéndum impulsado por Cataluña tiene al poder español frente a una creciente crisis. ¿Cómo asumir la plurinacionalidad? ¿Es válida la tesis de nación por un lado y ciudadanía española común por el otro? Los socialistas del PSOE han dicho en su Congreso realizado este fin de semana que cabe reforzar el reconocimiento a las diversas nacionalidades, pero remarcando que “la soberanía reside en el conjunto del pueblo español”. Todos viven horas complejas.
Y en Italia el debate no es menor tras la propuesta del primer ministro Paolo Gentiloni y el gobernante Partido Democrático de dar la nacionalidad italiana a todo niño que nazca en ese país, cualquiera sea el origen de sus padres. Ya son 800 mil los jóvenes de segunda generación que esperan ese derecho. Pero el líder nacionalista y exhumorista Beppe Grillo con su movimiento Cinco Estrellas se ha lanzado en contra con el grito “Italia Primero”, seguido por la Liga del Norte, también nacionalista dura.
Otros viven situaciones ante las cuales los valores asumidos en la nación se ven interpelados profundamente cuando el responsable de gobernar no entiende los signos de los tiempos. No hablamos de Venezuela en este caso. Importa ver lo que ocurre en California, donde la gran mayoría de sus habitantes (no son los únicos, hay otros estados en lo mismo) rechazan la salida del Acuerdo de París anunciada por Donald Trump. Pero, con ese respaldo, el gobernador Jerry Brown viaja a Beijing, donde firma un acuerdo de colaboración con China para diseñar y crear tecnologías que ayuden en la lucha mundial contra el calentamiento global. No decimos que el cambio climático socavará el fuerte espíritu de nación propio del pueblo norteamericano, pero las determinantes de su solidez son otras: en el siglo XXI la identidad nacional se hace fuerte cuando sabe trabajar con otros aunque sean distintos.
Cuando había Educación Cívica en la enseñanza media se nos dijo que “Estado es la nación políticamente organizada”. No es la única definición, por cierto, pero ilumina sobre lo esencial. Uno podría decir que la nación alemana (misma lengua, mismas tradiciones, ritos y costumbres) era una, pero estaba dividida en dos Estados. En la Grecia Antigua las ciudades-Estado vivían en permanentes guerras y conflictos. Pero cuando llegaba el momento de ir a Delfos (por ritos con los dioses) o a los Juegos ante el Olimpo toda confrontación se suspendía: como dijo Heródoto allí “todos somos griegos”.
Lo que hoy se vive son nuevos desafíos y realidades sobre las cuales cabe entender y fundamentar el devenir de un país. Lo global y lo local se interrelacionan como nunca antes. La intercomunicación fluye por encima de las fronteras. Las migraciones se incrementan en el mundo, surgen hechos inesperados. Allí está, como símbolo, aquella fotografía en la portada de un diario nuestro donde una pareja de escolares bailaba una cueca en la víspera de las últimas Fiestas Patrias; vestimentas y entusiasmo perfecto, con un detalle: él era chileno, ella haitiana.
En tiempo de elecciones, donde vemos predominar la desmesura verbal y la miopía política sofocada por la coyuntura, se hace importante elevar un poco la mirada para responder a una pregunta mayor: ¿En qué estamos todos de acuerdo en Chile como nación? ¿Cuál es la plataforma desde la cual los diversos candidatos pueden decir al mundo “esto somos”? Una elección como la que ahora vivimos –tan fuertemente marcada por reconocer la desigualdad y buscar formas para disminuirla– es una oportunidad para saber cuál es “la roja de Chile” cuando hablamos como país. Se trata de definirnos como sociedad, la cual sabe de sus propósitos comunes y tiene macro metas a donde quiere llegar. Es buen momento para esa tarea esencial.